Manuel vive la cocina como vive la vida, de forma apasionada. Describe olores y sabores que los jugos gástricos van y vienen que te embriagan. Cuando por fin nos sentamos a la mesa a dar cuenta del arroz, ¡devoramos! ¡qué hambre!
La anfitriona, Mili, que con
tanto amor nos recibió en su casa, resultó ser un pinche de lujo. Manuel andaba
loco porque iba fregando lo que íbamos usando a un ritmo absolutamente
sincronizado. No la empaquetó y se la llevó a casa de milagro :)

Gracias a todos por vuestra buena disposición, tanto cariño, y por regalarnos un montón de sonrisas que no tienen precio.

Qué ríco!!!
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