Llevo días pensando en este tema y al final mi conclusión,
que ahora me resulta más que obvia, es que la solución está, como casi siempre,
en el equilibrio.
Personalmente tengo más urgencias que temas importantes.
Lo he consultado con mi entorno y parece que no soy la única. Considero que es
síntoma de la situación pelín estresante que casi todos vivimos. Este hecho no
nos exime de afrontar y resolver los asuntos importantes, porque seguramente en
ellos están las claves para cambiar las tornas.
Hoy por ejemplo entre mis urgencias estaban resolver un
tema en el banco, hacer la compra –era importante pero hoy ya no había ni
leche, ni huevos ni azúcar, por lo que ahora es urgente- llamadas, mails..., intendencia laboral y
doméstica.
Ayer mismo una buena amiga me recordaba que no estoy sola
y que para que todo fluya es necesario delegar. Éste es un buen punto que
comparto con vosotros porque es cierto que tenemos la tendencia a echarnos todo
a la espalda y eso no ayuda a alcanzar objetivos.
Lo importante, lo que siempre dejamos para después, son
esos temas personales o profesionales densos, laboriosos, espinosos, que una
vez resueltos cambian las cosas. Antepongo lo personal, porque en esta locura
de vida que llevamos, parece que siempre puede esperar, hasta que llegan los
sustos, porque el amor a los amigos, a la familia y a la pareja es importante y es necesario mimarlo para conservarlo.
¿Tú qué propones?... Se me ocurre hacer dos listas cada
semana, una con lo urgente y otra con lo importante y “colar” al menos dos temas importantes en la otra
columna. La fórmula de mi padre es “lo que se escribe en la agenda se hace”, de
modo que esta variante puede funcionar.
Resolver lo importante genera más satisfacción, porque lo
urgente es la intendencia, el día a día. Generar satisfacción, aumenta la
autoestima y pone las pilas. ¡El premio merece la pena!. Además ya sabéis que
en el equilibrio está la virtud, …y la Salud, añadiría yo ;)
Un beso fuerte para cada un@
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